La Sanidad eficiente
12-14 sep 2010
Los efectos de la crisis económica podrían llegar a comprometer el nivel de prestaciones sanitarias que se han alcanzado en nuestro país o su calidad. Si marcarse como objetivo la mejora en la eficiencia de nuestro sistema nacional de salud es deseable en cualquier circunstancia, ahora es, literalmente, una obligación. Si se pretende conservar lo esencial del modelo, esto es, la cobertura universal, una buena calidad y una accesibilidad bastante razonable, hay que revisar estructuras y procesos para identificar los focos de ineficiencia y, sin duda, ser más proactivo en materia de prevención.
La falta de coordinación entre las diferentes administraciones sanitarias, uno de cuyos ejemplos más evidentes es la indefinición sobre centros de referencia, no permite beneficiarse de obvias economías de escala con consecuencias no solo sobre la eficiencia sino también sobre la calidad.
La escasa participación del paciente en decisiones que le conciernen muy directamente, producto de una deficiente información, escasa transparencia y pocas fórmulas de hacer efectiva aquellas opciones. Este peso escaso contrasta con la influencia excesiva de otros interlocutores sociales más preocupados con los privilegios propios que con el servicio ofrecido y, en sentido amplio, con la excesiva politización del modelo que provoca una clara alteración de las prioridades.