Un 65,1% de españoles asegura estar preocupado por no saber qué noticias difundidas en Internet son ciertas y cuáles falsas. Este hecho alarmante es la constatación de un problema estructural que pone en serio riesgo nuestra democracia.
Esta ha sido una de las reflexiones escuchadas durante el Foro El Derecho a la Verdad, organizado en el Congreso de los Diputados, por el Centro de Estudios de Políticas Públicas y Gobierno (CEPPyG), con motivo de su XV Aniversario.
Este contexto de infodemia ha llevado a algunos países, como Francia, a aprobar leyes contra la manipulación de la información durante los procesos electorales. Los hechos en el país galo han demostrado la incidencia grave y decisiva de estas manipulaciones informativas en todos los comicios que se han celebrado.
En este sentido, Antonio Garrigues Walker, destaca que la democracia no tiene sentido, ni puede funcionar, si sus electores no están correctamente informados. “Esta es la razón por la cual la mentira es tan grave en democracia, régimen que solo es viable en la verdad y lleva a la catástrofe si los ciudadanos deciden según informaciones falsas”, señala.
En la misma línea, Maite Pagazaurtundúa, diputada del Parlamento Europeo, reflexiona sobre la situación tan delicada en la que se encuentra el principio de validez, ante la injerencia de potencias autoritarias o el auge del populismo, entendido como una “enfermedad autoinmune” del sistema democrático. «Lamentablemente, Rusia nos ha mostrado que solo una Europa fuerte y un mundo libre que se defiende con inteligencia geoestratégica puede proteger la democracia».
Los bulos, un problema en auge
La desinformación, de acuerdo con la definición de la Comisión Europea, es aquella información verificablemente falsa o engañosa que se crea y presenta para engañar deliberadamente a la población.
“Se trata de una cuestión sobre la que especialistas de diferentes ámbitos llevamos más de una década alertando. Hasta ahora, solo estábamos viendo la punta del iceberg, pero, desde que comenzó la pandemia, el problema ha alcanzado cotas hasta ahora inimaginables”, explica Carmen Mateo, presidenta de Cariotipo.
Y es que el volumen de información falsa que ha circulado por las redes sociales en el periodo de pandemia es similar al de información legítima. En esta línea, el Dr. José María Martín Moreno, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Valencia, explica cómo el virus pandémico ha desatado fenómenos de ‘panic communication’ con viralización de noticias falsas o bulos claramente perniciosas.
“Aquellas afirmaciones que apelan a emociones, creencias o sentimientos de las personas, como las de los negacionistas y su discurso del ‘injusto recorte de libertades’, han eclipsado los hechos objetivos”, destaca el Dr. Martín Moreno.
Esta situación de crisis de información a la que estamos asistiendo es fruto de diversos factores, como la gran polarización que existe en las redes sociales o el creciente aumento de informaciones engañosas provenientes de fuentes alternativas.
“La desinformación destruye la confianza de la ciudadanía en las instituciones y los medios de comunicación y lleva a la ciudadanía a la apatía y la confusión. Suele ser empleada por fuerzas populistas para acceder al poder o por potencias extranjeras, con el fin de deslegitimar a las democracias. La lucha contra la desinformación nos compete a todos”, asegura José Ignacio Torreblanca, director del Foro.
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